Con el corazón henchidode fe celestial y pura
tres Reyes, tras su ventura
diríngese hacia el Nacido,
que, temblando, entumecido,
en la oscura noche fría
está entre José y María
sonriendo con dulce afán
los ángeles a porfía.
Felizmente emocionados
y en lagrimas confundidos
sonríen enternecidos
los airosos potentados
y ante el Redentor postrados
baja la soberbia frente,
le ofrecen humildemente,
con solicito decoro,
de incienso de mirra y de oro
un simbólico presente.
De tanta santa tradición
rememorando la historia
rebose satisfactoria
alegría el corazón
y con febril ilusión
la dicha los aires hienda
para que, gozosa, entienda,
de ensueños llena, la infancia,
la virtud y la prestancia
de tan sublime leyenda.
Niños, con alegre y franca
popular algarabía
al júbilo en este día
abrid vuestra almita blanca.
Preparad vuestros balcones;
id a esperarlos, que ya
se acercan los escuadrones
y ninguno quedará
sin colmar sus ilusiones.
¡Ya llegan los Reyes, niños
entre pompa inusitada
de pajes; luces y armiños!
Yo, su Enviado Mayor,
de proclamar su llegada
tengo el elevado honor.
tengo el elevado honor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario